ORACIÓN “EN LA ENFERMEDAD DIOS NOS SANA”
POR PROF. DR. MERVY ENRIQUE GONZÁLEZ FUENMAYOR
MARACAIBO.ESTADO ZULIA.REPÚBLICA DE VENEZUELA.AMÉRICA DEL SUR
REDACTADA Y PUBLICADA EN LA RED SÁBADO 04 JULIO DE 2009.
O R A C I Ó N
Señor estoy agotado, deshecho totalmente, y rujo con más fuerza que un león. Tú, Señor, conoces todos mis deseos, y no se te ocultan mis gemidos: mi corazón palpita, se me acaban las fuerzas, y me falta hasta la luz de mis ojos. Mis amigos y vecinos se apartan de mis llagas, mis parientes se mantienen a distancia; los que atentan contra mí me tienden lazos, y los que buscan mi ruina me amenazan de muerte; todo el día proyectan engaños. Pero yo, como un sordo, no escucho; como un mudo, no abro la boca: me parezco a uno que no oye, que no tiene nada que replicar. Yo espero en ti, Señor: tú me responderás, Señor, Dios mío. Sólo te pido que no se rían de mí, ni se aprovechen cuando tropiecen mis pies. Porque estoy a punto de caer y el dolor no se aparta de mí: sí, yo confieso mi culpa y estoy lleno de pesar por mi pecado. Mis enemigos mortales son fuertes; y son muchos los que me odian sin motivo, los que me retribuyen con maldades y me atacan porque busco el bien. Pero tú, Señor, no me abandones, Dios mío, no te quedes lejos de mí; ¡apresúrate a venir en mi ayuda, mi Señor, mi salvador! (FRAGMENTOS DEL SALMO 38, EN MEMORIA DE DAVID)
COMENTARIO
(APLICACIÓN A NUESTRA VIDA)
Conversar con el señor es uno de los momentos más importante de nuestra vida. Estos momentos debemos procurarlos, con mayor frecuencia. En la medida en que sean más repetitivos y constantes desarrollaremos una disposición cada vez más en aumento para permanecer siempre conectado con la voluntad de nuestro creador. La vida nos ofrece situaciones difíciles, traumáticas, dolorosas, cargadas de tristezas, de penas y de enfermedades. Ninguno de nosotros está exento señor de estas vicisitudes. Hoy Señor Jesús cuando la enfermedad toca mi casa , cuando mi cuerpo ha sido afectado y maltratado por una intensa y muy dolorosa enfermedad ,recurro a ti aún a sabiendas que no soy digno de que entres en mi casa y mi sanes. Se que únicamente acudo a ti cuando la enfermedad toca mi puerta o los problemas me abruman. Reconozco mis culpas y mis pecados y me arrepiento de ellos. Pongo toda mi fe en ti señor Jesús, en la seguridad de que por tu misericordia, por el amor que nos tienes, por tu caridad, por tu piedad y por la esperanza que los que creemos en ti hemos depositado, al reconocer primogenitura divina, tu misión redentora y salvífica, la expiación de nuestros pecados pasados presentes y futuros a través de tu muerte ignominiosa en el madero de la Cruz, al reconocer tu capacidad de perdón infinita y el deseo tuyo de que ninguna de tus criaturas se pierda; me da la suficiente valentía, humildad y pequeñez para rogarte, para pedirte, que me sanes de cuerpo y alma y que esa salvación sea principalmente la de mi alma, pues estoy seguro que aunque muriendo de esta enfermedad que hoy me agobia, mi espíritu , mi alma debidamente reconciliada contigo, tendrá la paz eterna y la gran oportunidad de estar en tu presencia habitando en las hermosas mansiones celestiales que tu guardas para nosotros. Gracias señor Jesús, tu palabra tiene poder, tu nombre tiene poder, alabado y bendito seas por siempre hijo de Dios. Ánimo, gozo, alegría...
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sábado, 4 de julio de 2009
ORACIÓN “EN LA ENFERMEDAD DIOS NOS SANA”
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