LA NOTA CORTA."APRENDER A VALORARTE”
POR PROF. DR.MERVY ENRIQUE GONZALEZ FUENMAYOR.
MARACAIBO.ESTADO ZULIA.REPÚBLICA DE VENEZUELA .AMÉRICA DEL SUR.
REDACTADA Y PUBLICADA EL MARTES 21 JULIO 2009.
Aunque lo escuchemos todos los días y nos lo repitan durante toda de nuestra vida, difícilmente aceptaremos que cada uno de los seres humanos poseemos un valor que es inestimable en cualquier renglón, rublo o precio. Nos damos “topes” con nuestra cabeza y aun así nos resistimos a valorarnos en una justa y real dimensión. Lo mas grave- para aquellos que no se estiman a si mismos – es que no son capaces de creer que dentro de la pirámide de seres vivos, ocupamos el vértice superior de la pirámide y que además somos príncipes y princesas, por ser hijos de un gran Rey, el Rey del Universo, del Rey de Reyes y Señor de Señores: Nuestro gran Dios, Creador de todo lo que existe y Amo y Señor de todo, Comienzo y Fin de todo, Esencia de la Plenitud.
La terquedad de los acontecimientos resulta aleccionadora. En la medida en que a los seres humanos les toque vivir situaciones de mayor dramatismo, calamidad y tragedia , en esa misma proporción, en tanto que no hayan salido airosos de la nombradas circunstancias, en tanto y en cuanto que las dificultades y los problemas sean el "plato común" de sus experiencias y ciclos vivenciales y que el poco éxito o el fracaso en el tratamiento de los mismos sean la constante, entonces, el resultado será irremediablemente: una autoestima muy baja, una carga excesiva de desesperanza, la carga de confusas emociones que pendulan entre los supuestos de la incapacidad, la incompetencia, la carencia de habilidades, destrezas e inteligencia, y lo que es peor, la falta o ausencia de iniciativa, ánimo y deseo de programar, proyectar y planificar nuevas metas, fines, objetivos y propósitos.
Hace algunos años tuve la oportunidad de leer varias veces, un libro de esos que la gente acostumbró llamar, de literatura reflexiva, en el cual se hablaba del individuo, de la persona humana, como el ser más maravilloso del universo. Y ello es una verdad del tamaño de una catedral. Haga usted un balance de su propia persona, de su estructura anatómica, de los diversos sistemas biológicos que integran su cuerpo, observe la perfección de sus funciones, medite en su capacidad creadora, piense en el gran regalo que Dios le dio, cuando le permitió discernir, es decir, decidir, gracias a una inteligencia infinita que usted también posee. Haga una breve comparación con otros seres vivos, con los animales, con las plantas, con los organismos unicelulares o pluricelulares, reflexione sobre el hecho cierto, de la fuerza que reside en usted- dada por Dios- para poder someter, dominar y controlar todas las fuerzas del universo. Verdad que es extraordinario. Pregúntese ¿cuál ser, qué tipo de criatura - excepto Dios - tiene tanto poder?. Y sin embargo, solamente porque a usted le han tocado vivir algunas experiencias difíciles, ya cree tener razón para andar por allí agobiado, frustrado y pensando --- equivocadamente--- que “el peso del mundo lo carga usted sobre sus hombros”.
En el libro de marras, también se expresa que el hecho o circunstancia de considerarnos como los seres más maravillosos del universo, no implica que tengamos a nuestro prójimo o los conceptuemos como inferiores a nosotros. Ese carácter maravilloso involucra a todos los seres humanos y traduce sencillamente que todos los individuos de la especie humana están dotados de la capacidad para emprender cualquier empresa, campaña o actividad y lograr los cometidos o resultados que tales empresas pretendan. La maravilla consiste en definitiva, en las capacidades, inteligencia y el empuje y templanza radicados en el individuo, por obra y gracia de la voluntad de Dios. Sin embargo el reconocer ésta maravilla en nosotros podría colocarnos ante la tentación y el peligro de creernos autosuficientes, prepotentes y en consecuencia perder el respeto, el amor y la subordinación que debemos a nuestro buen Dios. De manera que es preciso evitar caer en esas posiciones.
El aprender a valorarnos presupone igualmente nuestra actitud y disposición de motivarnos para realizar los esfuerzos necesarios, tendientes a trabajar, realizar nuestras tareas con suficiente optimismo, orientados por pensamientos positivos, actitudes esperanzadoras y creyendo de manera indubitable, más allá de cualquier titubeo, que somos admirables ,que tenemos trascendencia, que ese valor trascendente, significa una existencia que va mucho más allá de lo material o terrenal, que por el hecho de ser hijos de Dios, tenemos la posibilidad de acceder a la vida eterna. Todas esas razones nos deben dirigir ,por el transitar, a comprometernos a ser mejores cada día, a superarnos, de manera que nuestra capacidad nos haga mejores que ,ero que el día de mañana nos transforme en seres humanos mejores que hoy. Enmendemos y corrijamos nuestras actitudes, actuaciones y decisiones defectuosas, seamos tolerantes, comunicativos, recíprocos y respetuosos por los demás. Tú tienes un gran valor, la sociedad necesita de ti, la humanidad confía en que tú puedes contribuir a mejorar este mundo, todo lo que tienes que hacer es esforzarte, en ser mejores cada día, pero fundamentalmente ser y actuar como un buen hijo de Dios. Debes creer en la existencia de un Dios creador, en la venida de su hijo nuestro señor Jesucristo, en su sacrificio para cancelar todos nuestros pecados y traernos la vida eterna, debes creer en el espíritu santo, que el mora y permanece en nuestro cuerpo, debes creer en el amor y la fuerza que Dios depositó en ti y que en consecuencia con su ayuda y con tu esfuerzo lo podrás todo, lo obtendrás todo. En la misma proporción en la que cultives tus virtudes, aumentará tu autoestima y tu mérito se acrecentará. Animo, gozo, alegría...
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martes, 21 de julio de 2009
LA NOTA CORTA."APRENDER A VALORARTE”
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