ORACIÓN. “VENCER LOS TEMORES A LA MUERTE”
POR PROF. DR. MERVY ENRIQUE GONZÁLEZ FUENMAYOR
MARACAIBO.ESTADO ZULIA.REPÚBLICA DE VENEZUELA.AMÉRICA DEL SUR
REDACTADA Y PUBLICADA EN LA RED LUNES 07 SEPTIEMBRE DE 2009.
O R A C I Ó N
El que observa el mandamiento no experimenta ningún mal, y el corazón del sabio sabe que hay un tiempo y un juicio. Para cada cosa, en efecto, hay un tiempo y un juicio; pero un gran mal pesa sobre el hombre, y es que él ignora lo que va a suceder, porque ¿quién le indicará cómo será eso? Ningún hombre es dueño del aliento vital, para poder retenerlo, y nadie tiene dominio sobre el día de la muerte; no hay tregua en este combate y la maldad no librará al que la comete. Amen y amen… (Fragmentos del libro de Eclesiastés, capítulo 8)
C O M E N T A R I O
(APLICACIÓN A NUESTRA VIDA)
Un gran problema vive el hombre. Su futuro es incierto, no lo conoce ni llegará a conocerlo, salvo por el mandato y la voluntad de nuestro Padre bueno, el Dios creador. Sin embargo la misericordia de ese Dios que todo lo sabe y todo lo puede, nos ofrece la oportunidad de llegar a ese conocimiento por intermedio del cumplimiento de sus mandatos, de sus designios y de vivir apegado a sus más elementales principios y valores relativos a la justicia, a la verdad a la solidaridad, a la tolerancia y una subordinación total a sus enseñanzas y a sus preceptos .Ya en el libro del Eclesiastés, el señor nos enseña y nos orienta a entender que existe un tiempo para cada cosa y que igualmente se presentará oportunamente un juicio para nuestros actos, decisiones y hechos o acontecimientos generados por nuestra voluntad. No es fácil vivir con estos grandes enigmas e interrogantes. No saber cuando nos llegará la muerte, no saber que nos depara el futuro. Ignorar los recursos y elementos con los que contamos para vencer nuestros miedos, nuestros temores y nuestras debilidades por el fenómeno natural y forzoso de nuestra muerte. Si solamente fuéramos capaces de recordar la palabra de Dios que nos dice: "yo soy la resurrección y la vida, quien crea en mi aunque esté muerto vivirá, y aquel de crea y viva en mi no morirá jamás". Se necesita una gran fe, una gran confianza en Dios, para internalizar que nosotros somos inmortales, que accederemos a la vida eterna por el sacrificio realizado voluntariamente por nuestro señor Jesucristo, quien clavó literalmente hablando, la factura de nuestros pecados en el madero en el cual fue crucificado. Si por un hombre el pecado entró en el mundo y con ello la muerte. Por un hombre también regresaría la limpieza de corazón, la docilidad, la mansedumbre, la obediencia del señor y por supuesto regresaría también la inmortalidad, la vida eterna, conquistada por la sangre derramada por nuestro señor Jesús y por su triunfo sobre la muerte, sobre el pecado y sobre el maligno. Así que no temamos a la muerte, es necesario morir para vivir, ya lo dijo San Pablo y el propio Jesús de Nazaret platicando con sus discípulos les dijo: "en verdad, de cierto os digo que la semilla que cae en tierra fértil y muere tendrá nueva vida y aquella que no lo haga morirá eternamente". Es necesario entonces morir así como Jesús lo hizo para poder resucitar. Gracias señor Jesús, en ti confío. Ánimo, gozo, alegría...
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lunes, 7 de septiembre de 2009
ORACIÓN. “VENCER LOS TEMORES A LA MUERTE”
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PRESENTARÁ.
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