Por Prof. Dr. Mervy Enrique González Fuenmayor
Maracaibo, Estado Zulia. República de Venezuela, América del Sur.
Tomada de su versión original del viernes 05 de diciembre de 1997
Trasladada a la red el domingo 12 de octubre de 2008
(Fragmentos elegidos de la sección: "MERVY GONZÁLEZ ESTÁ CONVERSANDO CON…" que formó parte de un programa radial en el que participó como conductor por espacio de cuatro años aproximadamente: 1996, 1997, 1998, 1999, que se trasmitía en una estación radioeléctrica ubicada en la ciudad de Maracaibo, Estado Zulia, República Bolivariana de Venezuela, América del Sur).
ORACIÓN
El Señor nos hace comprender quiénes somos poco a poco. En verdad nos parece inconcebible que alguien que tenga conciencia pueda ensoberbecerse, además debemos amar la propia humillación y la humillación consiste en ser humildes, tranquilos, dulces, confiados en el tiempo de la oscuridad y de nuestra incapacidad. Si vosotros no os inquietáis, no os angustiáis y tampoco os turbáis por toda esta realidad, si de buen corazón abrazáramos estas cruces y estamos en estas tinieblas a las que tenemos que combatir, de verdad amaríamos nuestra pequeñez, que significa entre otras cosas estar en la oscuridad y ser incapaces. En una oscuridad que a veces pretende invadirnos totalmente, pero como una llamita en una lámpara de aceite, debemos disiparla con la fuerza y el poder de nuestro Señor ¿Acaso hay alguna diferencia entre la virtud de la humildad y la pequeñez? La humildad es el reconocimiento de la propia pequeñez. El grado sublime de la humildad reside no sólo en reconocer la propia pequeñez sino en amarla, a esto es a lo que nos exhorta la Palabra del Señor. Existen virtudes aborrecidas y virtudes honorables. Ordinariamente la paciencia, la suavidad, la mortificación, la simplicidad, son entre la gente del mundo virtudes aborrecidas. Hacer la limosna, ser corteses y prudentes son virtudes honorables. Hacer la limosna y perdonar las injurias son ambas hijas de la caridad. La primera es honorable, la segunda no lo es, a los ojos del mundo. Debemos insistir principalmente en lo que es la base de la justicia cristiana y es la humildad que es modelo de virtud y sirve de fundamento a la bondad. Humildad interna y externa, pero más humildad interna que externa, más sentida que demostrada, más profunda que visible. No te complazcas nunca en ti mismo, no importa lo bueno que puedas ver en ti. Todo procede de Dios y a Él hay que dar el honor y la gloria. Para ti no debes esperar más que la remuneración de ese bien. Estamos seguros de que deseamos saber cuáles son las mejores virtudes. Pero el Señor nos dice que son aquellas que menos apreciamos o aquellas hacia las cuales no nos sentimos muy inclinados claramente, la de nuestra vocación y profesión. Amén y amén...
COMENTARIO
(APLICACIÓN A NUESTRA VIDA)
(APLICACIÓN A NUESTRA VIDA)
Cuando nos colocamos en la presencia del Señor y reconocemos en Él su poder y su gloria, su amor, su misericordia, le hemos alabado, le hemos glorificado, pero también le hemos hecho saber al Señor en esta mañana, que somos humildes y pequeños, y que esa humildad y pequeñez nos acerca más al Señor. Una virtud cristiana es ser humilde y ser humilde significa no atropellar a tu prójimo, significa no llenarse de soberbia. Implica esa humildad y pequeñez eliminar la prepotencia y todos aquellos sentimientos y actitudes negativas que nos alejan del Señor y del prójimo. La envidia es una de esas actitudes, de esos sentimientos que más corroen al ser humano. La humildad tiene mucho que ver con dejar la prepotencia, la soberbia y la envidia a un lado. En este mundo material, en este mundo cosificado, en este mundo en el cual se le da más valor a las cosas materiales, en este mundo en el cual se ha perdido la espiritualidad, debemos retomar la senda, debemos transitar el camino de la luz, dejando la envidia. Hermano y hermana que me escuchas, una de las señales más evidentes de que alguien tiene envidia de otro es la necesidad de disminuirlo, es como lo expresa el inteligente dicho popular: "para que tu estrella brille no es necesario que apagues la mía". Aquel que no pierde ocasión de hablar contra determinada persona, aún cuando no tiene prueba alguna, aquel que se aferra a alguna prueba y no pierde oportunidad de reprochársela al otro, aquel que goza diabólicamente con el fracaso de su adversario, aquel que maquina para que fulano no tenga éxito, aquel que tiene siempre lista una frase cruel para disminuir el valor de un cantante, de un político, de un sacerdote, de un profesor, de un compañero, de un colega, de un amigo, aunque no lo admita está corroído por la envidia. La envidia es uno de los hábitos más corrosivos que existen, incluso aparece bajo la forma de un falso elogio. Todo aquel que de frente a alguien dice una cosa y por detrás afirma otra, en el fondo tiene envidia. Difícilmente alguien envidia a un mendigo, a un canceroso, a un tuberculoso, a un hombre decrépito, a una persona sin brillo. Tampoco se habla nada contra ellos. Es sólo contra quien aparece o hace alguna cosa que despierta la admiración de los demás y es eso lo que el envidioso no soporta, por eso mismo reacciona intentando probar que el otro no es lo que parece. Cualquiera de nosotros que ha hablado o habla mal de los ausentes, sin sustentar lo que dice en la presencia de la persona detractada, merecería pasar por el tribunal humano porque por el divino de cierto os digo que habremos de pasar. Si Jesús merece crédito, entonces hermano hermana que me escuchas, seguro seremos juzgados por Dios, cada vez que juzgamos a un ser humano. Y Dios nos juzgará con la misma medida con la que juzgamos nosotros. ¡Ánimo, gozo, alegría…!
NOTA DEL AUTOR
AMIGOS Y AMIGAS, esta oración con comentario incluido, forma parte de una larga lista de ellas y que movido por el Espíritu Santo, ofrendaba al Señor de Lunes a Viernes a las siete de la mañana, en un programa radial de opinión, en el que participaba en compañía de una periodista, en el cual mi persona le dedicaba tres minutos o más (dependiendo de la Producción y/o de Máster) a orar y analizar esa oración aplicándola a la cotidianidad de nuestra vida, de nuestros actos, de nuestras, alegrías, tristezas, éxitos, fracasos, tragedias, tribulaciones, bonanza, prosperidad, bienestar, etc. Todo con la intención de establecer como verdad aquella según la cual Dios siempre está con nosotros, que todo lo que nos ocurre es para bien, que existe un plan o proyecto de salvación para cada uno de nosotros diseñado por el mismísimo Dios, cuyo cumplimiento, decisión y elección depende de ti. Así que -parafraseando la escritura bíblica- "DIOS NOS HIZO SIN NUESTRO CONSENTIMIENTO, PERO NO NOS SALVARÁ SIN QUE LE OFREZCAMOS ESE CONSENTIMIENTO". ES DECIR, NUESTRO PERMISO Y AUTORIZACIÓN. El Señor es un caballero, y está siempre a las puertas de nuestro corazón, para que le abramos y pueda entrar para guiar nuestra vida y ofrecernos su santidad, gozo, alegría, discernimiento, sabiduría, y sus infinitos dones espirituales y materiales. Esa estación radioeléctrica está situada —todavía está al aire— en la ciudad de Maracaibo, Estado Zulia, República Bolivariana de Venezuela, América del Sur.
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