sábado, 29 de agosto de 2015

ESPÍRITU, POBRES DE ESPÍRITU…”LO QUE SIGNIFICA SER POBRES DE ESPIRITU”. POR: PROF. DR. MERVY ENRIQUE GONZÁLEZ FUENMAYOR. mervyster@gmail.com.MARACAIBO.ESTADO ZULIA. VENEZUELA.AMÉRICA DEL SUR.REDACTADA Y PUBLICADA EN LA RED: SÁBADO 29 DE AGOSTO DE 2015.






ESPÍRITU, POBRES DE ESPÍRITU…”LO QUE SIGNIFICA SER POBRES DE ESPIRITU”. POR: PROF. DR. MERVY ENRIQUE GONZÁLEZ FUENMAYOR. mervyster@gmail.com.MARACAIBO.ESTADO ZULIA. VENEZUELA.AMÉRICA DEL SUR.REDACTADA Y PUBLICADA EN LA RED: SÁBADO 29 DE AGOSTO DE 2015.





IMAGEN UNO: POBREZA DE ESPÍRITU…




IMAGEN DOS: PROF.DR.MERVY ENRIQUE GONZÁLEZ FUENMAYOR…





“LA POBREZA DE ESPIRITU ES LA CARENCIA DE VANIDAD, PREPOTENCIA, SOBERBIA Y ARROGANCIA” PROF.DR.MERVY ENRIQUE GONZÁLEZ FUENMAYOR (MEGF) SÁBADO 29 DE AGOSTO DE 2015.




ESPÍRITU, POBRES DE ESPÍRITU…”LO QUE SIGNIFICA SER POBRES DE ESPIRITU”.

POR: PROF. DR. MERVY ENRIQUE GONZÁLEZ FUENMAYOR.mervyster@gmail.com.
MARACAIBO.ESTADO ZULIA. VENEZUELA.AMÉRICA DEL SUR.
REDACTADA Y PUBLICADA EN LA RED: SÁBADO 29 DE AGOSTO DE 2015.




Para precisar los límites de estas consideraciones y reflexiones es necesario conocer el significado de la voz bienaventurado a tenor de lo que señala el Diccionario de la Real Academia Española:
Bienaventurado, da.(Del part. del ant. bienaventurar).1. adj. Que goza de Dios en el cielo. U. t. c. s 2. adj. afortunado (feliz).3. adj. irón. Dicho de una persona: Demasiado sencilla o cándida. U. t. c.s.Real Academia Española © Todos los derechos reservados.

El término bienaventurado se vincula principalmente a los asuntos celestiales, pero también a los terrenales, en tanto y en cuanto una de sus acepciones tiene que ver con la condición humana y muy especialmente con la humildad o sencillez con la cual actúan y proyectan su existencia algunos seres humanos. De allí que en principio se mostrara cómo una paradoja o una contradicción, el hecho de que el propio Jesucristo calificara como bienaventurados a los pobres de espíritu. Este sería el sentido que la mayor parte de los individuos le atribuiría a ese la bienaventuranza. Que pudieran razonar “que si se tiene un espíritu pobre” o se fuera “pobre de espíritu”. <<Que lejos podría un rico,  ser un espíritu pobre  o poseerlo>> ¿Cual argumento cabría para considerar a este “pobre de espíritu” como un sujeto agradable, protegido y aceptado por Dios ,y como un miembro del reino de los cielos?
Aun en este caso, pareciese que esta bienaventuranza o no fue pronunciada por Jesús, o fue malinterpretada o en el mejor de los casos mal escrita. Con la boca abierta han quedado los que razonaron de la manera anteriormente reseñada, porque Jesucristo no solamente considera a los ·pobres de espíritu”, bienaventurados, sino que adicionalmente les otorga la propiedad del reino de los cielos: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos>>.

La ilación lógica permitiría entonces concluir que se aproxima más a la verdad, el pensar que “los pobres de espíritu” son aquellos que por su pobreza material, que por sus dificultades para sobrevivir, que por sus debilidades frente a los abusos del poder, de la riqueza y del ejercicio de una fuerza desmedida e irracional en su contra , se han visto minimizados como seres humanos, marginados, rechazados, abandonados, desprotegidos, sin ninguna causa, y por el contrario, son víctimas de todos los que posean una mejor  condición social, económica, política, incluso religiosa, que la suya, convirtiéndolos de esta manera en verdaderos destinatarios del evangelio de Jesucristo, de su amor por los pobres, de su identificación con ellos y por la misión salvífica encomendada por nuestro Dios Padre Creador. De manera que “los pobres de espíritu” a diferencia de lo que en principio pudiera pensarse, se trata de personas, de seres humanos con un gran valor desde el punto de vista celestial, son al mismo tiempo destinatarios principales de la redención que Jesucristo vino a traer en este mundo. Son individuos que hacen la voluntad de Dios, que se someten a él, que guardan los extremos de la verdad, la justicia y el perdón.
En definitiva son los dueños del reino de los cielos, porque para ellos y para otros señalados en las bienaventuranzas, vino Jesucristo a cumplir la más grande misión encomendada a ser humano alguno, y en su doble naturaleza de ser el hijo de Dios y simultáneamente humano, restablecer y restaurar el orden de las cosas conforme al mandato divino.
¿Cómo entender un poco mejor las bienaventuranzas?


Siempre nos hace bien leer y meditar las Bienaventuranzas. Jesús las proclamó en su primera gran predicación, a orillas del lago de Galilea. Había un gentío tan grande, que subió a un monte para enseñar a sus discípulos; por eso, esa predicación se llama el “sermón de la montaña”. En la Biblia, el monte es el lugar donde Dios se revela, y Jesús, predicando desde el monte, se presenta como maestro divino, como un nuevo Moisés. Y ¿qué enseña? Jesús enseña el camino de la vida, el camino que Él mismo recorre, es más, que Él mismo es, y lo propone como camino para la verdadera felicidad. En toda su vida, desde el nacimiento en la gruta de Belén hasta la muerte en la cruz y la resurrección, Jesús encarnó las Bienaventuranzas. Todas las promesas del Reino de Dios se han cumplido en Él. Al proclamar las Bienaventuranzas, Jesús nos invita a seguirle, a recorrer con Él el camino del amor, el único que lleva a la vida eterna. No es un camino fácil, pero el Señor nos asegura su gracia y nunca nos deja solos. Pobreza, aflicciones, humillaciones, lucha por la justicia, cansancios en la conversión cotidiana, dificultades para vivir la llamada a la santidad, persecuciones y otros muchos desafíos están presentes en nuestra vida. Pero, si abrimos la puerta a Jesús, si dejamos que Él esté en nuestra vida, si compartimos con Él las alegrías y los sufrimientos, experimentaremos una paz y una alegría que sólo Dios, amor infinito, puede dar.” (Vaticano, 21 de enero de 2014, Memoria de Santa Inés, Virgen y Mártir Mensaje del Santo Padre Francisco para la XXIX JMJ 2014)


Bienaventurados los pobres de espíritu…
“La primera Bienaventuranza, tema de la próxima Jornada Mundial de la Juventud, declara felices a los pobres de espíritu, porque a ellos pertenece el Reino de los cielos. En un tiempo en el que tantas personas sufren a causa de la crisis económica, poner la pobreza al lado de la felicidad puede parecer algo fuera de lugar. ¿En qué sentido podemos hablar de la pobreza como una bendición?
En primer lugar, intentemos comprender lo que significa «pobres de espíritu». Cuando el Hijo de Dios se hizo hombre, eligió un camino de pobreza, de humillación. Como dice San Pablo en la Carta a los Filipenses: «Tened entre vosotros los sentimientos propios de Cristo Jesús. El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios; al contrario, se despojó de sí mismo tomando la condición de esclavo, hecho semejante a los hombres» (2,5-7). Jesús es Dios que se despoja de su gloria. Aquí vemos la elección de la pobreza por parte de Dios: siendo rico, se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza (cf. 2 Cor 8,9). Es el misterio que contemplamos en el belén, viendo al Hijo de Dios en un pesebre, y después en una cruz, donde la humillación llega hasta el final.
El adjetivo griego ptochós (pobre) no sólo tiene un significado material, sino que quiere decir “mendigo”. Está ligado al concepto judío de anawim, los “pobres de Yahvé”, que evoca humildad, conciencia de los propios límites, de la propia condición existencial de pobreza. Los anawim se fían del Señor, saben que dependen de Él.
Jesús, como entendió perfectamente santa Teresa del Niño Jesús, en su Encarnación se presenta como un mendigo, un necesitado en busca de amor. El Catecismo de la Iglesia Católica habla del hombre como un «mendigo de Dios» (nº 2559) y nos dice que la oración es el encuentro de la sed de Dios con nuestra sed (nº 2560).
San Francisco de Asís comprendió muy bien el secreto de la Bienaventuranza de los pobres de espíritu. De hecho, cuando Jesús le habló en la persona del leproso y en el Crucifijo, reconoció la grandeza de Dios y su propia condición de humildad. En la oración, el Poverello pasaba horas preguntando al Señor: «¿Quién eres tú? ¿Quién soy yo?». Se despojó de una vida acomodada y despreocupada para desposarse con la “Señora Pobreza”, para imitar a Jesús y seguir el Evangelio al pie de la letra. Francisco vivió inseparablemente la imitación de Cristo pobre y el amor a los pobres, como las dos caras de una misma moneda.
Vosotros me podríais preguntar: ¿Cómo podemos hacer que esta pobreza de espíritu se transforme en un estilo de vida, que se refleje concretamente en nuestra existencia? Os contesto con tres puntos.
Ante todo, intentad ser libres en relación con las cosas. El Señor nos llama a un estilo de vida evangélico de sobriedad, a no dejarnos llevar por la cultura del consumo. Se trata de buscar lo esencial, de aprender a despojarse de tantas cosas superfluas que nos ahogan. Desprendámonos de la codicia del tener, del dinero idolatrado y después derrochado. Pongamos a Jesús en primer lugar. Él nos puede liberar de las idolatrías que nos convierten en esclavos. ¡Fiaros de Dios, queridos jóvenes! Él nos conoce, nos ama y jamás se olvida de nosotros. Así como cuida de los lirios del campo (cfr. Mt 6,28), no permitirá que nos falte nada. También para superar la crisis económica hay que estar dispuestos a cambiar de estilo de vida, a evitar tanto derroche. Igual que se necesita valor para ser felices, también es necesario el valor para ser sobrios.
En segundo lugar, para vivir esta Bienaventuranza necesitamos la conversión en relación a los pobres. Tenemos que preocuparnos de ellos, ser sensibles a sus necesidades espirituales y materiales. A vosotros, jóvenes, os encomiendo en modo particular la tarea de volver a poner en el centro de la cultura humana la solidaridad. Ante las viejas y nuevas formas de pobreza −el desempleo, la emigración, los diversos tipos de dependencias−, tenemos el deber de estar atentos y vigilantes, venciendo la tentación de la indiferencia. Pensemos también en los que no se sienten amados, que no tienen esperanza en el futuro, que renuncian a comprometerse en la vida porque están desanimados, desilusionados, acobardados. Tenemos que aprender a estar con los pobres. No nos llenemos la boca con hermosas palabras sobre los pobres. Acerquémonos a ellos, mirémosles a los ojos, escuchémosles. Los pobres son para nosotros una ocasión concreta de encontrar al mismo Cristo, de tocar su carne que sufre.
Pero los pobres −y este es el tercer punto− no sólo son personas a las que les podemos dar algo. También ellos tienen algo que ofrecernos, que enseñarnos. ¡Tenemos tanto que aprender de la sabiduría de los pobres! Un santo del siglo XVIII, Benito José Labre, que dormía en las calles de Roma y vivía de las limosnas de la gente, se convirtió en consejero espiritual de muchas personas, entre las que figuraban nobles y prelados. En cierto sentido, los pobres son para nosotros como maestros. Nos enseñan que una persona no es valiosa por lo que posee, por lo que tiene en su cuenta en el banco. Un pobre, una persona que no tiene bienes materiales, mantiene siempre su dignidad. Los pobres pueden enseñarnos mucho, también sobre la humildad y la confianza en Dios. En la parábola del fariseo y el publicano (cf. Lc 18,9-14), Jesús presenta a este último como modelo porque es humilde y se considera pecador. También la viuda que echa dos pequeñas monedas en el tesoro del templo es un ejemplo de la generosidad de quien, aun teniendo poco o nada, da todo (cf. Lc 21,1-4).
4.… porque de ellos es el Reino de los cielos
El tema central en el Evangelio de Jesús es el Reino de Dios. Jesús es el Reino de Dios en persona, es el Enmanuel, Dios-con-nosotros. Es en el corazón del hombre donde el Reino, el señorío de Dios, se establece y crece. El Reino es al mismo tiempo don y promesa. Ya se nos ha dado en Jesús, pero aún debe cumplirse en plenitud. Por ello pedimos cada día al Padre: «Venga a nosotros tu reino».
Hay un profundo vínculo entre pobreza y evangelización, entre el tema de la pasada Jornada Mundial de la Juventud −«Id y haced discípulos a todos los pueblos» (Mt 28,19)− y el de este año: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos» (Mt 5,3). El Señor quiere una Iglesia pobre que evangelice a los pobres. Cuando Jesús envió a los Doce, les dijo: «No os procuréis en la faja oro, plata ni cobre; ni tampoco alforja para el camino; ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón; bien merece el obrero su sustento» (Mt 10,9-10). La pobreza evangélica es una condición fundamental para que el Reino de Dios se difunda. Las alegrías más hermosas y espontáneas que he visto en el transcurso de mi vida son las de personas pobres, que tienen poco a que aferrarse. La evangelización, en nuestro tiempo, sólo será posible por medio del contagio de la alegría.
Como hemos visto, la Bienaventuranza de los pobres de espíritu orienta nuestra relación con Dios, con los bienes materiales y con los pobres. Ante el ejemplo y las palabras de Jesús, nos damos cuenta de cuánta necesidad tenemos de conversión, de hacer que la lógica del ser más prevalezca sobre la del tener más. Los santos son los que más nos pueden ayudar a entender el significado profundo de las Bienaventuranzas. La canonización de Juan Pablo II el segundo Domingo de Pascua es, en este sentido, un acontecimiento que llena nuestro corazón de alegría. Él será el gran patrono de las JMJ, de las que fue iniciador y promotor. En la comunión de los santos seguirá siendo para todos vosotros un padre y un amigo.
El próximo mes de abril es también el trigésimo aniversario de la entrega de la Cruz del Jubileo de la Redención a los jóvenes. Precisamente a partir de ese acto simbólico de Juan Pablo II comenzó la gran peregrinación juvenil que, desde entonces, continúa a través de los cinco continentes. Muchos recuerdan las palabras con las que el Papa, el Domingo de Pascua de 1984, acompañó su gesto: «Queridos jóvenes, al clausurar el Año Santo, os confío el signo de este Año Jubilar: ¡la Cruz de Cristo! Llevadla por el mundo como signo del amor del Señor Jesús a la humanidad y anunciad a todos que sólo en Cristo muerto y resucitado hay salvación y redención».
Queridos jóvenes, el Magnificat, el cántico de María, pobre de espíritu, es también el canto de quien vive las Bienaventuranzas. La alegría del Evangelio brota de un corazón pobre, que sabe regocijarse y maravillarse por las obras de Dios, como el corazón de la Virgen, a quien todas las generaciones llaman “dichosa” (cf. Lc 1,48). Que Ella, la madre de los pobres y la estrella de la nueva evangelización, nos ayude a vivir el Evangelio, a encarnar las Bienaventuranzas en nuestra vida, a atrevernos a ser felices”. (Vaticano, 21 de enero de 2014, Memoria de Santa Inés, Virgen y Mártir Mensaje del Santo Padre Francisco para la XXIX JMJ 2014)
Este articulo, estas consideraciones que he desarrollado, ruego a Dios y a nuestra virgen Madre María Santísima sean de gran utilidad y que nos permitan abrazar el camino de la santidad, solidarizándonos con todos los pobres de espíritu del mundo, para que podamos practicar permanentemente la justicia, la verdad, la moral y los más elevados principios, que a manera de eslabones nos conecten con nuestro buen Jesucristo, con sus enseñanzas y además, poder ser testigos auténticos de su palabra y de su proceder. Al espíritu Santo le pedimos discernimiento, bastante, necesario y suficiente, para que nos mantenga siempre en el camino de la reconciliación con Dios y con el prójimo.







ESPÍRITU, POBRES DE ESPÍRITU…”LO QUE SIGNIFICA SER POBRES DE ESPIRITU”. POR: PROF. DR. MERVY ENRIQUE GONZÁLEZ FUENMAYOR. mervyster@gmail.com.MARACAIBO.ESTADO ZULIA. VENEZUELA.AMÉRICA DEL SUR.REDACTADA Y PUBLICADA EN LA RED: SÁBADO 29 DE AGOSTO DE 2015.





IMAGEN UNO: POBREZA DE ESPÍRITU…




IMAGEN DOS: PROF.DR.MERVY ENRIQUE GONZÁLEZ FUENMAYOR…




“LA POBREZA DE ESPIRITU ES LA CARENCIA DE VANIDAD, PREPOTENCIA, SOBERBIA Y ARROGANCIA” PROF.DR.MERVY ENRIQUE GONZÁLEZ FUENMAYOR (MEGF) SÁBADO 29 DE AGOSTO DE 2015.



Para  citar este artículo: si se tratase del caso ejemplificado:



GONZÁLEZ FUENMAYOR, Mervy Enrique .El Ejercicio del Principio Inquisitivo: ¿Ofrenda a la Ética o a la Justicia? Maracaibo, Venezuela La Universidad del Zulia. 28-Enero-2009. Disponible en: )
©..DERECHOS RESERVADOS.FORMA Y REQUISITOS EN LA CITA DE ARTICULOS, NOTAS, REFLEXIONES AUTORÍA DE MEGF. REDACTADA EL 01 DICIEMBRE DE 2009.
1.-REQUISITOS DE LA CITA ELECTRÓNICA. ¿Como citar los artículos, reflexiones, notas cortas, oraciones y otros materiales, en su versión electrónica, autoría de Prof. Dr. Mervy Enrique González Fuenmayor? Para citar las reflexiones, artículos, notas cortas, oraciones  y otras materiales contenidos en los Blogs de  Prof. Dr. Mervy Enrique González Fuenmayor, sírvase colocar la siguiente nota: GONZÁLEZ FUENMAYOR, Mervy Enrique .Título de la publicación. Blog de Dr. Mervy Enrique González Fuenmayor, o los títulos de alguno de mis  otros blogs Año. [En línea]. Puesto en línea (fecha de publicación). URL: Consultado el dia (fecha de consulta)
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