IMAGEN:HOMBRE SIN PERSONALIDAD...
"LOS HOMBRES QUE NO DISCIERNEN LA DIFERENCIA ENTRE EL EXITO Y LA TRASCENDENCIA,GENERALMENTE NO TRASCIENDEN"MEGF.(LUNES 15 DE MARZO DE 2010)
ARTÍCULO.” LOS HOMBRES SIN PERSONALIDAD…RADIOGRAFIA EFECTUADA POR EL FILÓSOFO Y ERUDITO JOSÉ INGENIEROS”.
POR PROF MERVY ENRIQUE GONZALEZ FUENMAYOR.
MARACAIBO-ESTADO ZULIA.REPÚBLICA DE VENEZUELA-AMÉRICA DEL SUR.
REDACTADA Y PÚBLICADA; LUNES 15 DE MARZO DE 2010.
“Nuevamente traigo para mis lectores algunas reflexiones filosóficas de José Ingenieros, quien con una complejidad brillante y la utilización de un obsequioso lenguaje, analiza in profundis, la naturaleza, la morfología, la esencia y los “amagos de existencia”( entrecomillado mío )del hombre mediocre. Haré mi humilde esfuerzo por acompañar con algunas apreciaciones de mi parte, en unos términos no tan superlativamente prolijos como los de Ingenieros, aquellas reflexiones, como un aporte de un mero y simple espectador, que no es ni filósofo, ni libre pensador.
Los hombres se fijan metas y objetivos que generalmente coinciden con la prosperidad, la riqueza, el poder, el ascenso social, y otra diversidad de fines que pueden perfectamente en lo que se conoce como el éxito. Pero la gloria es escasamente perseguida por los hombres. Solamente aquellos que no son sumisos al presente, aquellos que veneran la trascendencia, aquellos para quienes ni las sanciones presentes o futuras le hacen temer, son los que con sus acciones, obras, creencias, principios y postulados sublimes y superiores, la humanidad coronará sus sienes con los laureles de la gloria ( Reputación, fama y honor que resulta de las buenas acciones y grandes calidades. ).En cambio el éxito, que es el resultado inmediato de una o varias actuaciones, es perseguido por la gran mayoría de los seres humanos (Del lat. exĭtus, salida).1. m. Resultado feliz de un negocio, actuación, etc.2. m. Buena aceptación que tiene alguien o algo.3. m. p. us. Fin o terminación de un negocio o asunto).
Lastimeramente dentro de aquellos importantes y vehementes hombres que persiguen el éxito se cuela ese género detestable de los mediocres.
. No es que el éxito sea propio o exclusivo de los mediocres. No. Lo que he querido manifestar es que el mediocre, no busca, no persigue la gloria, y aunque lo hiciera, no la alcanzaría, por indigno de ella. Distinto a quienes queriendo conquistar el éxito, no excluyen la gloria, la que generalmente no es reconocible en el presente de los hechos de quien la merece. “El éxito es pasajero como el viento que anuncia una tempestad, y que declina apenas cuando aquella acaba. La gloria está reservada para espíritus superiores”. (Entrecomillado mío)
“No le importa al mediocre reptar, disfrazarse de verdadero y autentico hombre, de crear y multiplicar complicidades, de alentar conciliábulos, en el lance artero para medrar el éxito. Se le ve en la academia, en los espacios defraudadores de la política, en las básculas de los lisonjeros y adulantes, en los retretes en los que se reúnen los creadores de medias mentiras, de aquellos que ejerciendo habitualmente la mediocridad, construyen con los mediocres la fortaleza de la engañifa, del timo y de la trampa”. (Entrecomillado mío)
“Son características del mediocre, el gusto orgásmico por el aplauso rimbombante, por la genuflexión instintiva y por la aceptación, así fuera ella, falsa, interesada y pagada”. (Entrecomillado mío). Para el mediocre lo que cuenta es su satisfacción personal, sin importar el tiempo de duración de “la obra “.El hombre de espíritu superior no lucha por la inmediatez, sus convicciones, tareas y esfuerzos tienen como destinatarios a los demás, y los propósitos de sus acciones trascienden a la posteridad. Para este hombre, la adulancia, la lisonja y el riesgo del hereje, son una constante que lejos de amilanarlo, lo empujan más bien, hacia el destino de los grandes y la obtención de la gloria”. (Entrecomillado mío)
Tengo muchísimos comentarios adicionales, pero para no perturbar al lector con la lectura in extenso, abordaré los mismos en otra entrega. Por de pronto y para deleite de quienes gustan de este genero de literatura, transcribo las siguiente notas de José Ingenieros, tomadas de su libro El Hombre Mediocre, aclarando que la estructura, numeración y comentarios expresados son del autor del presente artículo(Prof. Mervy Enrique González Fuenmayor)”( Tomado Del “ARTÍCULO" LA GLORIA…LAURELES QUE HUYEN DE LA SIEN DEL MEDIOCRE”…POR PROF. DR.MERVY ENRIQUE GONZALEZ FUENMAYOR.MARACAIBO.ESTADO ZULIA.REPÚBLICA DE VENEZUELA .AMÉRICA DEL SUR.REDACTADO Y PUBLICADO MARTES 25 DE AGOSTO DE 2009”).
Pasemos a citar tan interesantes reflexiones de José Ingenieros:
LOS HOMBRES SIN PERSONALIDAD
“Individualmente considerada, la mediocridad podrá definirse como una ausencia de características personales que permitan distinguir al individuo en su sociedad. Ésta ofrece a todos un mismo fardo de rutinas, prejuicios y domesticidades; basta reunir cien hombres para que ellos coincidan en lo impersonal: "Juntad mil genios en un Concilio y tendréis el alma de un mediocre". Esas palabras denuncian lo que en cada hombre no pertenece a él mismo y que, al sumarse muchos, se revela por el bajo nivel de las opiniones colectivas.
La personalidad individual comienza en el punto preciso donde cada uno se diferencia de los demás; en muchos hombres ese punto es simplemente imaginario. Por ese motivo, al clasificar los caracteres humanos, se ha comprendido la necesidad de separar a los que carecen de rasgos característicos: productos adventicios del medio, de las circunstancias, de la educación que se les suministra, de las personas que los tutelan, de las cosas que los rodean. "Indiferentes" ha llamado Ribot a los que viven sin que se advierta su existencia. La sociedad piensa y quiere por ellos. No tienen voz, sino eco. No hay líneas definidas ni en su propia sombra, que es, apenas, una penumbra.
Cruzan el mundo a hurtadillas, temerosos de que alguien pueda reprocharles esa osadía de existir en vano, como contrabandistas de la vida.
Y lo son. Aunque los hombres carecemos de misión trascendental sobre la tierra, en cuya superficie vivimos tan naturalmente como la rosa y el gusano, nuestra vida no es digna de ser vivida sino cuando la en noblece algún ideal: los más altos placeres son inherentes a proponerse una perfección y perseguirla. Las existencias vegetativas no tienen biografía: en la historia de su sociedad sólo vive el que deja rastros en las cosas o en los espíritus. La vida vale por el uso que de ella hacemos, por las obras que realizamos. No ha vivido más el que cuenta más años, sino el que ha sentido mejor un ideal; las canas denuncian la vejez, pero no dicen cuánta juventud la precedió. La medida social del hombre está en la duración de sus obras: la inmortalidad es el privilegio de quienes las hacen sobrevivientes a los siglos, y por ellas se mide.
El poder que se maneja, los favores que se mendigan, el dinero que se amasa, las dignidades que se consiguen, tienen cierto valor efímero que puede satisfacer los apetitos del que no lleva en sí mismo, en sus virtudes intrínsecas, las fuerzas morales que embellecen y califican la vida; la afirmación de la propia personalidad y la cantidad de hombría puesta en la dignificación de nuestro yo. Vivir es aprender, para ignorar menos; es amar, para vincularnos a una parte mayor de humanidad; es admirar, para compartir las excelencias de la naturaleza y de los hombres; es un esfuerzo por mejorarse, un incesante afán de elevación hacia ideales definidos.
Muchos nacen; pocos viven. Los hombres sin personalidad son innumerables y vegetan moldeados por el medio, como cera fundida en el cuño social. Su moralidad de catecismo y su inteligencia cuadriculada los constriñen a una perpetua disciplina del pensar y de la conducta; su existencia es negativa como unidades sociales.
El hombre de fino carácter es capaz de mostrar encrespamientos sublimes, como el océano; en los temperamentos domesticados todo parece quieta superficie, como en las ciénagas. La falta de personalidad hace, a éstos, incapaces de iniciativa y de resistencia. Desfilan inadvertidos, sin aprender ni enseñar, diluyendo en tedio su insipidez, vegetando en la sociedad que ignora su existencia: ceros a la izquierda que nada califican y para nada cuentan. Su falta de robustez moral háceles ceder a la más leve presión, sufrir todas las influencias, altas y bajas, grandes y pequeñas, transitoriamente arrastrados a la altura por el más leve céfiro o revolcados por la ola menuda de un arroyuelo.
Barcos de amplio velamen, pero sin timón, no saben adivinar su propia ruta: ignoran si irán a varar en una playa arenosa o a quedarse estrellados contra un escollo.
Están en todas partes, aunque en vano buscaríamos uno solo que se reconociera; si lo halláramos sería un original, por el simple hecho de enrolarse en la mediocridad. ¿Quién no se atribuye alguna virtud, cierto talento o un firme carácter? Muchos cerebros torpes se envanecen de su testarudez. confundiendo la parálisis con la firmeza, que es don de pocos elegidos; los bribones se jactan de su bigardía y desvergüenza, equivocándolas con el ingenio; los serviles y los parapoco pavonéanse de honestas, como si la incapacidad del mal pudiera en caso alguno confundirse con la virtud.
Si hubiera de tenerse en cuenta la buena opinión que todos los hombres tienen de sí mismos, sería imposible discurrir de los que se caracterizan por la ausencia de personalidad. Todos creen tener una; y muy suya. Ninguno advierte que la sociedad le ha sometido a esa operación aritmética que consiste en reducir muchas cantidades a un denominador común: la mediocridad.
Estudiemos, pues, a los enemigos de toda perfección, ciegos a los astros. Existe una vastísima bibliografía acerca de los inferiores e insuficientes desde el criminal y el delirante hasta el retardado y el idiota; hay también una rica literatura consagrada a estudiar el genio y el talento, amén de que la historia y el arte convergen a mantener su culto”.(INGENIEROS José. “EL HOMBRE MEDIOCRE”.CARACAS VENEZUELA.EDITORIAL PANAPO. 1998.)
Unos y otros son, empero, excepciones. Lo habitual no es el genio ni el idiota, no es el talento ni el imbécil. El hombre que nos rodea a millares, el que prospera y se reproduce en el silencio y en la tiniebla, es el mediocre.
Toca al psicólogo disecar su mente con firme escalpelo, como a los cadáveres el profesor eternizado por Rembrandt en la Lección de anatomía: sus ojos parecen iluminarse al contemplar las entrañas mismas de la naturaleza humana y sus labios palpitan de elocuencia serena al decir su verdad a cuantos le rodean.
¿Por qué no tendemos al hombre sin ideales sobre nuestra mesa de autopsias, hasta saber qué es, cómo es, qué hace, qué piensa, para qué sirve?
Su etopeya constituirá un capítulo básico de la psicología y de la moral. ”.(INGENIEROS José. “EL HOMBRE MEDIOCRE”.CARACAS VENEZUELA.EDITORIAL PANAPO. 1998.)
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"LOS HOMBRES QUE NO DISCIERNEN LA DIFERENCIA ENTRE EL EXITO Y LA TRASCENDENCIA,GENERALMENTE NO TRASCIENDEN"MEGF.(LUNES 15 DE MARZO DE 2010)
Para citar este artículo: si se tratase del caso ejemplificado
GONZÁLEZ FUENMAYOR, Mervy Enrique .El Ejercicio del Principio Inquisitivo: ¿Ofrenda a la Ética o a la Justicia?. Maracaibo, Venezuela La Universidad del Zulia. 28-Enero-2009. Disponible en: http://www.inemegf.blogspot.com)
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FORMA Y REQUISITOS EN LA CITA DE ARTICULOS, NOTAS, REFLEXIONES AUTORÍA DE MEGF. REDACTADA EL 01 DICIEMBRE DE 2009.
1.-REQUISITOS DE LA CITA ELECTRÓNICA.
¿Como citar los artículos, reflexiones, notas cortas, oraciones y otros materiales, en su versión electrónica, autoría de Prof. Dr. Mervy Enrique González Fuenmayor? Para citar las reflexiones, artículos, notas cortas, oraciones y otras materiales contenidos en los Blogs de Prof. Dr. Mervy Enrique González Fuenmayor, sírvase colocar la siguiente nota: GONZÁLEZ FUENMAYOR, Mervy Enrique .Título de la publicación. Blog de Dr. Mervy Enrique González Fuenmayor, o los títulos de alguno de mis otros blogs Año. [En línea]. Puesto en línea el (fecha de publicación). URL: http://mervyster.blogspot.com/..../ Consultado el dia (fecha de consulta)
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lunes, 15 de marzo de 2010
ARTÍCULO.” LOS HOMBRES SIN PERSONALIDAD…RADIOGRAFIA EFECTUADA POR EL FILÓSOFO Y ERUDITO JOSÉ INGENIEROS”.
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