sábado, 28 de marzo de 2009

LA NOTA CORTA.” HABLAR CON AUTORIDAD”. POR PROF. DR.MERVY ENRIQUE GONZÁLEZ FUENMAYOR.




LA NOTA CORTA.” HABLAR CON AUTORIDAD”. POR PROF. DR.MERVY ENRIQUE GONZÁLEZ FUENMAYOR.
MARACAIBO.ESTADO ZULIA.VENEZUELA.AMÉRICA DEL SUR.
PUBLICADA SÁBADO 28 DE MARZO DE 2009.
REDACTADA SÁBADO 28 DE MARZO DE 2009.

Una de las causas por las cuales el mundo nos observa con desconfianza y hasta con cierta ironía y sorna, es la relacionada con nuestra doble moral, con la falta de autoridad con la que hablamos, actuamos y pensamos. No somos auténticos cristianos y mucho menos personas que se involucran con los problemas de la sociedad. Nos creemos islotes aislados, compartimientos estancos desvinculados del entorno social, de la vida en común y de la humanidad. A propósito, y muy pocas veces, por ignorancia, olvidamos que somos hijos de Dios, hermanos de Jesucristo y el tope de la creación de nuestro señor. En la palabra de Dios, Jesús siempre habla con autoridad, autoridad que es capaz de resucitar á un muerto, sanar a un paralítico, hacer ver a un ciego, sanar a una hemorroisa, expulsar demonios y cualquier otro acto o milagro inimaginable. Así es el gran poder de Dios. Y ese poder, y esa autoridad, también residen en nosotros, porque somos santos y por qué el propio Jesús así se lo manifestó a sus discípulos. Nuestra palabra, al igual que la palabra del señor, tiene poder. Lo que ocurre es que a veces le damos más importancia a las técnicas humanas que a nuestra propia fe y por ello los resultados no son siempre los que se desean. De allí que en algunos casos seamos el hazmereír, con la agravante de que sometemos al entredicho la palabra de Dios y su gran poder. Desconfiamos frecuentemente de la enseñanza que Dios nos lego por intermedio de sus profetas en el viejo testamento y las, excelsas y sublimes, contenidas en el nuevo testamento procedentes del mismísimo Dios en la persona de Jesús. A tales efectos resulta de gran pertinencia traer a colación las palabras de el Papa Pablo Sexto quien nos recuerda en su exhortación sobre la evangelización del mundo contemporáneo: "Tácitamente o a gritos pero siempre con fuerza se nos pregunta: ¿creen verdaderamente en lo que anuncian? ¿Viven en lo que creen? ¿Predican lo que viven?. Hoy más que nunca el testimonio de la vida se ha convertido en una condición esencial con vistas a una eficacia real de la predicación. Sin andar con rodeos, podemos decir que en cierta medida nos hacemos responsables del evangelio que proclamamos" (números 76, siguientes).


No se trata entonces de referirnos al texto bíblico o a la palabra de Dios como un manantial de fuerza, de poder, de gracia de misericordia, de piedad y de milagros. De lo que se trata realmente es de nuestra forma de conducirnos y de actuar en la sociedad. ¿Hasta qué punto somos auténticos cristianos atribuidos de la autoridad con la cual Cristo nos enseñó y delegó en nosotros tan extraordinaria facultad y poder. Se trata de nuestra ninguna o poca fidelidad o lealtad hacia el señor y su palabra. Nuestros rasgos carnales y la debilidad de esa carne nos lleva a dudar de la fuerza, del poder, de la magnificencia , de la verdad y del extraordinario amor con el cual Dios se ha manifestado no solamente en obras, sino también en la persona del verbo encarnado, de su hijo amado: nuestro buen Jesús.

Es triste ver como depreciamos nuestra vida en asuntos banales, triviales, sin importancia y preñada de vacíos e insustancialidad es todavía no nos hemos dado cuenta que Jesús vino para que construyamos el reino del amor a través del perdón, de nuestro sacrificio por el prójimo, por el poder de la autoridad que el representa y que nosotros estamos obligados a extenderla, con nuestras iniciativas con nuestra fe inquebrantable en su palabra, en su amor, en su fidelidad y en recordar siempre que Dios no miente y que siempre cumple lo que promete . En nuestras relaciones interpersonales debemos tener siempre presente que somos hijos de Dios y que como tales ha de ser nuestro comportamiento, nuestro proceder y nuestra actitud. De otro modo comprometemos peligrosamente de la fe de los demás e igualmente la firmeza, veracidad e imperatividad de los mandatos, preceptos y enseñanzas contenidas en la santa Biblia. No queramos pasar a la historia de nuestro ciclo vital como desertores o traidores del señor.

En conclusión se nos pide y se nos exige que hablemos con la autoridad que el señor nos legó. Es demasiado trascendente e importante la misión que nosotros tenemos en la edificación del reino de Dios. En razón de ello debemos comportarnos de manera honesta, decente y cumplidora no solamente de las obligaciones sociales, legales y terrenales, sino también subordinarnos a la preceptiva, designios, enseñanzas y mandatos expresados en el texto sagrado por boca de los profetas enviados por Dios y por la boca del mismísimo Jesús, el verbo encarnado, el mesías, el hijo amado de nuestro señor.

Asumir el compromiso de se cristianos unir también la circunstancia de hablar con autoridad donde quiera que vamos y la tarjeta de presentación la autoridad con la cual debemos procederes la palabra de Dios. No temamos cuando nos involucremos en las causas justas y en las cuales podemos arriesgar incluso nuestra propia vida. Es preferible mil veces que nos recuerden por haber muerto cuando interveníamos a favor del débil, del desprotegido o de una causa noble, que haber muerto cometiendo un hecho ilícito, haber abusado de nuestro prójimo, o haber cometido un pecado mortal .Tuya es la decisión, por lo tanto también tu futuro. Ánimo, gozo, alegría…

ETIQUETAS: CAUSAS NOBLE, AOS INJUSTOS, HECHOS BUENOS


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