La vida, con sus frecuentes altibajos, conduce al Ser Humano a ser dependiente de muchas cosas que le rodean. Algunos son subordinados de sus bajas pasiones, otros por el contrario, para contrarrestar sus trastornos espirituales, emocionales y familiares, optan por hacer del trabajo un fetiche, es decir, el medio a través del cual creen drenar todas sus miserias. Esta actitud, por cierto, no es la más aconsejable, en virtud de que al final del camino el Ser Humano que se ha afanado y trabajado tanto también habrá dejado de transcurrir sus mejores días, y las oportunidades que le da su ciclo vital para interrelacionarse con sus congéneres: familia, vecinos, familiares, compañeros de trabajo, etcétera, y consecuencialmente habrá perdido también la posibilidad de disfrutar de los momentos agradables que nos ofrece el descanso, así como una buena tertulia, una buena cena, una buena conversación, etc., con estas personas. También perdió la experiencialidad que sugiere el vivir bajo el atisbo de problemas que son consustanciales a la naturaleza del Ser Humano, verbigracia, la pobreza, miseria, la muerte de un ser querido, las dificultades económicas y espirituales, propias y las de un pariente cercano, vecino, familiar o compañero de trabajo; en fin, el momento de compartir alegrías y tristezas, que es en definitiva lo que debe entenderse por vida, y no el esconder la cabeza como avestruz para no ver lo que sucede en nuestro entorno. De allí que la mayoría de los deprimidos, ansiosos, psicóticos, pendencieros, agresivos, intolerantes, etcétera, son el fruto del ejercicio de los propios excesos vividos por ellos mismos, así como el bebedor empedernido, el tramposo profesional, el envidioso practicante, la exuberante y vanidosa dama, el drogadicto contestatario y creído víctima de la sociedad, el libertino que por ser homosexual o lesbiana cree estar desarrollando la doctrina de la libertad. Y así por el estilo los excesos matan el cuerpo y matan el alma. Este vídeo pone de manifiesto estos temas. Dios y la Virgen María Santísima le concedan a tu corazón, mente y espíritu muchísima paz y la sabiduría que te permita discernir sobre la necesidad de abandonar los excesos y practicar la doctrina que nos conduce al establecimiento de la Civilización del Amor.
jueves, 5 de junio de 2008
Oración-Vídeo: “Somos esclavos de nuestros excesos”.
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